La gerente de acciona.org, Cristina Ruiz, ha participado este mes de marzo en la Mesa Redonda "Combinar la respuesta de emergencia con el apoyo a largo plazo en la Ayuda Humanitaria" organizada por La Razón en Madrid.
El encuentro, celebrado en espacio Teseo, fue moderado por el periodista Ignacio Rodríguez Burgos y contó también con la participación de Amador Gómez, director i+D+i de Acción contra el Hambre; Grainne O’Hara, representante de ACNUR en España; y Francisco Rey, codirector del IECAH; y Cristina Ruiz, gerente de acciona.org.
Los ponentes debatieron en torno al diseño de repuestas rápidas que sigan siendo útiles si las crisis humanitarias se vuelven crónicas, las dificultades que existen para garantizar servicios básicos continuos en medio de una emergencia, la gestión de la logística y el papel de la tecnología en la ayuda humanitaria, el impacto del acceso a la energía en comunidades desplazas y, por supuesto, de la importancia de fortalecer lazos de colaboración entre organizaciones internacionales, gobiernos, oenegés y otros actores para multiplicar el impacto positivo de las acciones.
Cristina Ruiz expuso que en acciona.org llevamos trabajando desde el año 2008 en contextos de desarrollo, proporcionando acceso a la electricidad a comunidades aisladas en situación de pobreza que no tienen acceso a la energía. "Lo hacemos llevando un modelo de provisión de servicio, con vocación de que pueda perdurar en el tiempo de manera sostenible, y de que sea asequible para las personas". El campo de refugiados Dollo Ado, situado al sur de Etiopía, es uno de los últimos proyectos que abordan el reto de trasladar este modelo al contexto humanitario, dentro del marco de la Alianza Shire, dotando de electricidad a cerca de 13.000 personas.
El número de personas que en 2024 se desplazaron por guerras, persecución o catástrofes a nivel mundial superó la cifra de los 120 millones, según ACNUR. De esta totalidad, se estima que 25 millones son personas refugiadas que llevan más de cinco años viviendo en asentamientos. Como resultado, los campamentos temporales terminan convirtiéndose en instalaciones permanentes. El cambio climático también ha propiciado que 32 millones de personas se desplacen por fenómenos meteorológicos extremos.